- Utilizar frases cortas y sencillas.
- Tener siempre un tono de voz normal (no gritar, recordemos que no es una persona sorda)
- No cambiar de conversación, explicarla de una forma más sencilla o incluso apoyada por gestos.
- Si vamos a cambiar de tema, hacer una pausa o incluso explicar que vamos a hablar de otra cosa.
- Hacer preguntas concretas y directas, que se puedan responder incluso con un si o no.
- Darle tiempo al afectado a responder, sin agobios, ni responder por él.
- Si la lesión es muy severa, será necesario el uso de imágenes u objetos reales para que el afectado pueda comunicarse.
- Nunca mantenerlo al margen de cuestiones familiares o decisiones importantes.
- Si no existen problemas de movilidad, pedirle que ayude con las tareas domésticas, como por ejemplo, hacer la cama o poner la mesa, con el fin de que vaya relacionando las frases con el contexto.
- Nunca hablarle como si fuera un niño.